O al menos es lo que cantaría Manolo Escobar si fuera pescador. El caso es que a los ceberos de Castilla y León les han apañado el cuerpo serrano a partir de la próxima temporada 2011. Adiós a la tradición, adiós a las ceberas de mimbre, adiós, en definitiva, a remover con ilusión las piedras del río salvo que sea para buscar pepitas de oro.

Ahora bien, vamos ver las cosas de manera positiva, con amplitud de miras. Vamos a buscar alternativas, carayo. ¿Cual es el problema? ¿que no se puede usar un bicho con patas o un lindo gusanito verde? Pues nada, hombre, será cuestión de empezar a recuperar métodos ancestrales como el que usaban mi padre y sus amigos cuando eran chavales para pescar en Villa del Río; unas moñigas envueltas todas ellas en su inconfundible hedor y a correr. Bueno eso y pescar con guantes de látex, por el tema de la higiene. Es lo que tenía la época de la posguerra, que ante la absoluta falta de recursos, el ingenio se agudizaba que era una barbaridad. Lo que nadie acierta a comprender, es por qué sí permiten pescar con lombriz, ¡pero si es un asqueroso gusanejo matatruchas! Estos de la JCyL es que no se enteran. Pobres, están tan atareados en otras miles de cuestiones tanto o más importantes que el tema que nos ocupa, que se les ha pasado este detalle por alto.

¡Nada, nada! Mañana mismo, levanto unas cuantas lombricillas de mi jardín y me presento en la Consejería de Medio Ambiente para que las cataloguen como cebo natural potencialmente peligroso para la supervivencia de la Salmo Trutta Fario. Y si necesitan algo más para convencerse, se las pongo encima de la mesa y las pongo a menearse allí mismo, y que juzguen luego si no representan un manjar truchil digno de un buen gourmet. Que digo yo que será por eso por lo que tragan hasta las trancas. De todas formas, durante los últimos días, estoy empezando a pensar que todo ésto obedece a una extraña mezcla de ignorancia y ganas de tocarle la bolsa escrotal al vapuleado colectivo de ceberos. Digo ésto porque me encantaría que algún pescador de cebo probara a pescar (si no lo ha hecho ya) con una imitación de lombriz de vinilo, a ver qué pasa. O con un gusarapín de pega (tengo uno en mi caja de moscas, precioso), a ver qué pasa. Pues nuestros encorbatados legisladores supongo que dirían "Oiga, no me fastidie, es que eso que tiene ahí atado no se mueve, y las truchas no son tontas; eso no es peligroso" No, tontas no son, pero más listas que nosotros tampoco, y no creo que vendan en las tiendas ciertas imitaciones como bisutería femenina. Que algo que pescarán ¿no? Se empieza a otear en el horizonte, una especie de sublevación de masas en el colectivo de ribereños ceberos de toda la vida "Si no pescamos nosotros no pesca ni el Espíritu Santo". Hombre, no creo que la cosa llegue estos extremos, pero que el cabreo mundial es generalizado, eso se respira, se masca, se corta en el ambiente.

Si la razón de desmembrar las posibilidades a la hora de usar cebos naturales es, en el fondo, la preservación de la trucha porque los ceberos matan lo que pescan casi al 100%, ¿por qué no han catalogado todo sin muerte para la próxima temporada? Pues por la simple y llana razón de que a la hora de matar truchas dentro de la legalidad, también parece que hay clases. Tan arraigado está el cebo natural como el tema trofeo para el señorito, y por desgracia, en este país moderno, avanzado y plural, siguen existiendo actitudes caciquistas, paletos de ciudad con mucho dinero y pocas luces y administraciones que, en aras de aumentar la caja y conservar ciertas alianzas, siempre les bailarán el agua. Pero bueno, al final, y después de tanto elucubrar, va a ser que la culpa es de los ceberos, que son tan miserias que no se gastan un duro en cebo y no mueven el negocio de pesca. ¿Estarán involucrados también en la crisis económica?


Nogalani
Socio Asociación Pescaleón